Sabiduría Ancestral“La educación no es la simple adquisición de conocimientos, ni coleccionar y correlacionar datos, sino ver el significado de la vida como un todo... La inteligencia no es mera información, sino la capacidad para percibir lo esencial, lo que “es”, y educación es el proceso de despertar esa capacidad en nosotros mismos y en los demás... Desgraciadamente, el actual sistema de educación nos torna seres serviles, mecánicos y profundamente irreflexivos. Aunque nos despierta el intelecto, interiormente nos deja incompletos, estúpidos, incapaces de crear. Sin una comprensión integral de la vida, nuestros problemas individuales y colectivos crecen y se agudizan en todos sentidos. El objetivo de la educación no es sólo producir simples eruditos, técnicos y buscadores de empleos, sino hombres y mujeres integrados, libres de temor, porque sólo entre tales seres humanos puede haber paz duradera... La educación no debe estimular al individuo a que se ajuste a la sociedad, ni a que se manifieste en armonía negativa con ella, sino que debe ayudarlo a descubrir los verdaderos valores que suben como resultado de la investigación desapasionada y de la comprensión de sí mismo. Tal comprensión sólo viene mediante el propio conocimiento, que es el darnos cuenta de nuestro proceso psicológico total. La educación, pues en su verdadero sentido, es la comprensión de uno mismo, porque dentro de cada uno de nosotros es donde se concentra la totalidad de la existencia...” J. KRISHNAMURTI (“La educación y el significado de la vida”, Ed. Orión, México, 1.972, págs. 11-15) ASÍ ERA JESUS DE NAZARETH
Según viajeros e el tiempo. Inteligencia:La inteligencia es la capacidad de elegir, entre varias posibilidades, aquella opción más acertada para la resolución de un problema. En este sentido, cabe distinguirla de la sabiduría, en tanto que esta última es tan solo una acumulación de conocimiento, mientras que la inteligencia implica hacer el mejor uso de un saber previo. No obstante, el modo para identificar la cualidad de ser inteligente ha sido enormemente debatido.
La inteligencia es una cualidad que todos los seres humanos poseemos, aunque no todos podemos tenerla de igual manera estimulada y desarrollada. Por esto, la estimulación temprana de los niños, entre su primer año de vida y los cinco años es crucial para que luego puedan hacer frente a la etapa de aprendizaje que comienza en la escuela básica a partir de los seis años. La inteligencia no es sólo “saber mucho” (ya lo hemos diferenciado en relación a la sabiduría), si no que se trata de poner en juego nuestros conocimientos y aptitudes en todas las acciones de nuestra vida cotidiana, y por ello somos capaces los seres humanos de desafiar obstáculos que pueden ser desde la resolución de un problema matemático, hablar correctamente en público o realizar operaciones económicas con éxito. Un criterio enormemente difundido es el llamado “cociente intelectual”. Consiste en un test realizado para medir las capacidades cognitivas de una persona en función de su edad. A lo largo de los años, los resultados obtenidos han mostrados alzas, por lo que ha sido necesario modificar las formas de puntuación. Cabe señalarse que el primer test de este tipo publicado obedeció a la necesidad de identificar estudiantes con dificultades para cubrir las demandas escolares, aunque como es sabido, con posterioridad se utilizó para conocer a aquellos alumnos que descollaban y se apartaban de la media. El “ICQ” (sigla del cociente intelectual) es un test muy popularizado, aunque también suele tener críticas respecto a su escala de valoración. De todos modos, las instituciones educativas por ejemplo lo pueden utilizar como método para seleccionar o valorar la capacidad intelectual de sus alumnos (o aspirantes a alumnos) sin tener que acceder a otros métodos como ciclos de enseñanza básica o nivelación de conocimientos. Como alternativa nueva a estas valoraciones se erige la de Howard Gardner, que distingue distintos tipos de inteligencias: la inteligencia lógica y matemática, que implica un uso de las capacidades relacionadas con la aritmética y la lógica; la inteligencia lingüística y verbal, que consiste en la correcta utilización del lenguaje; la inteligencia naturalista, que es la capacidad para observar el entorno natural científicamente; la inteligencia intrapersonal, que es nuestra capacidad para sopesar nuestro accionar; la inteligencia interpersonal, que consiste en relacionarse socialmente; la inteligencia visual y espacial, que está ligada a la imaginación y a la creación mediante imágenes; la inteligencia corporal, que consiste en la habilidad para deportes y destreza física; y finalmente, la inteligencia musical, que es la capacidad de expresar sentimientos a través de la música. Muchas de estas inteligencias del ser humano son puestas a prueba por psicólogos y demás profesionales al momento de, por ejemplo, analizar a un postulante a un puesto de empleo. Para ello, no basta sólo con un vasto Curriculum de estudios y experiencias laborales, si no también el desempeño del trabajo en equipo, el control de emociones, la capacidad de hablar en público y expresar ideas, y la capacidad para sortear problemas o conflictos. Mediante pruebas encubiertas, como dibujos, canciones o lectura de textos pueden evaluarse las actitudes y aptitudes de la persona en relación a las emociones, lo verbal, las acciones y las habilidades mentales. Sin lugar a dudas, las nuevas perspectivas en lo que respecta a la valoración del intelecto son mucho más abarcativas y completas al evitar circunscribirse al plano lógico y matemático; de hecho, la inteligencia emocional puede considerarse tanto o más importante, en la medida que se relaciona con nosotros, con nuestros pares, y en definitiva, con nuestro bienestar. Con los acuciantes problemas de estrés, relaciones familiares y de pareja, trabajo en equipo y otras situaciones de la vida actual, la inteligencia emocional se transformó en una disciplina fomentada por psicólogos y terapeutas, en cuanto permite identificar, manejar y controlar emociones y actitudes que eviten el conflicto, y entonces permitan la superación de traumas y problemas personales, en relación también con el entorno familiar, laboral, o cualquier entorno social en general. ... via Definicion ABC http://www.definicionabc.com/general/inteligencia.php Inteligencia Emocional
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Nuestro estómago tiene un cerebro con tantas neuronas como las de un gato
Josetxu L. Piñeiro
CRISTINA CABALLERO
@CristCaballero
Actualizado 28/10/201503:05
Notamos mariposas en el estómago al enamorarnos. Se nos hace un nudo en la tripa cuando estamos nerviosos y asustados. Nos entra el cague cuando tenemos miedo. Las ideas son comida: las opiniones se digieren, los hechos se presentan en crudo y a medio cocer, y las afirmaciones se tragan.
No es un capricho del lenguaje que relacionemos la mente con el estómago. Las personas tenemos un segundo cerebro en el intestino, en el cual se alojan unas 100 millones de neuronas, nada menos que el tamaño del cerebro de un gato. Si bien la psique está controlada por la mente, nuestro sistema digestivo toma sus propias decisiones, ya que cuenta con algunas de las mismas terminaciones nerviosas que el cerebro.
Si eres de los que se da atracones de chocolate, no te dejes consumir por el remordimiento: puede que sea culpa de tus bacterias intestinales, que te incitan a comer dulce sin parar. Los billones de microbios del intestino (microbiota) nos manejan a su antojo y favorecen el consumo de ciertos alimentos que los hacen prosperar mejor. «Las bacterias del intestino son manipuladoras. Hay una diversidad de intereses en el microbioma intestinal; algunos se alinean con nuestros objetivos alimenticios y otros no», dicen Carlo Maley y Athena Aktipis, dos investigadores de la Universidad de California, en un estudio sobre el tema.
MODIFICAR LOS MICROBIOS INTESTINALES PUEDE CAMBIAR LA CONDUCTA
Las bacterias intestinales condicionan incluso la personalidad. Un experimento ha demostrado que al inyectar a ratas sanas la microbiota de otras con rasgos autistas, las primeras desarrollaron el mismo comportamiento antisocial. También en humanos se ha comprobado que aquéllos con problemas de conducta tienen diferencias esenciales en la flora intestinal que otras personas sanas. Lo que muestran estos avances es que modificar la capacidad mental humana no sólo puede conseguirse a través del cerebro.
«Cambiar la flora bacteriana intestinal predeterminada puede variar la conducta», afirma el doctor Fernando Carballo, presidente de la Sociedad Española de Patología Digestiva. Un cambio en la dieta para estimular los intestinos podría abrir campos muy interesantes para curar determinadas enfermedades neuronales, cree este experto. De hecho, los trasplantes fecales -sí, existen los donantes de caca-, han demostrado ser más eficaces que algunos antibióticos para curar enfermedades como el colon irritable.
«La interacción entre cerebro e intestino está comprobada y eso abre la puerta al futuro», afirma el doctor Carballo. «Aunque aún queda mucho para que se pueda mejorar la calidad de vida de esquizofrénicos o autistas a través del equilibrio bacteriano».
LOS "SENTIDOS" DE NUESTRO ESTÓMAGO
Memoria: La proteína que quema la grasa corporal se encarga también de la memoria; por eso los obesos son más propensos a la demencia.
Bienestar: El estado de ánimo se aloja en el estómago, ya que ahí se produce y almacena el 90% de la serotonina, la 'hormona de la felicidad'.
Sueño: Cuando relajamos las tripas, nuestras neuronas estomacales producen benzodiazepinas, que relajan e inducen el sueño.
Estrés:Ante una emergencia, el cerebro toma energía del intestino. Las tripas se 'rebelan' y envían señales como malestar estomacal.
Gula:Las billones de bacterias que se alojan en el intestino eligen sus propios nutrientes para prosperar: a veces son más golosas que tú.
Miedo:El pánico hace que el cerebro espante al intestino grueso. Éste ya no dispone de tiempo para absorber líquido y el resultado es diarrea.
© ELMUNDO.es Avenida de San Luis 25 - 28033 MADRID Una web de Unidad Editorial
http://www.elmundo.es/papel/todologia/2015/10/28/562f630fe2704e523f8b4652.html
Josetxu L. Piñeiro
CRISTINA CABALLERO
@CristCaballero
Actualizado 28/10/201503:05
Notamos mariposas en el estómago al enamorarnos. Se nos hace un nudo en la tripa cuando estamos nerviosos y asustados. Nos entra el cague cuando tenemos miedo. Las ideas son comida: las opiniones se digieren, los hechos se presentan en crudo y a medio cocer, y las afirmaciones se tragan.
No es un capricho del lenguaje que relacionemos la mente con el estómago. Las personas tenemos un segundo cerebro en el intestino, en el cual se alojan unas 100 millones de neuronas, nada menos que el tamaño del cerebro de un gato. Si bien la psique está controlada por la mente, nuestro sistema digestivo toma sus propias decisiones, ya que cuenta con algunas de las mismas terminaciones nerviosas que el cerebro.
Si eres de los que se da atracones de chocolate, no te dejes consumir por el remordimiento: puede que sea culpa de tus bacterias intestinales, que te incitan a comer dulce sin parar. Los billones de microbios del intestino (microbiota) nos manejan a su antojo y favorecen el consumo de ciertos alimentos que los hacen prosperar mejor. «Las bacterias del intestino son manipuladoras. Hay una diversidad de intereses en el microbioma intestinal; algunos se alinean con nuestros objetivos alimenticios y otros no», dicen Carlo Maley y Athena Aktipis, dos investigadores de la Universidad de California, en un estudio sobre el tema.
MODIFICAR LOS MICROBIOS INTESTINALES PUEDE CAMBIAR LA CONDUCTA
Las bacterias intestinales condicionan incluso la personalidad. Un experimento ha demostrado que al inyectar a ratas sanas la microbiota de otras con rasgos autistas, las primeras desarrollaron el mismo comportamiento antisocial. También en humanos se ha comprobado que aquéllos con problemas de conducta tienen diferencias esenciales en la flora intestinal que otras personas sanas. Lo que muestran estos avances es que modificar la capacidad mental humana no sólo puede conseguirse a través del cerebro.
«Cambiar la flora bacteriana intestinal predeterminada puede variar la conducta», afirma el doctor Fernando Carballo, presidente de la Sociedad Española de Patología Digestiva. Un cambio en la dieta para estimular los intestinos podría abrir campos muy interesantes para curar determinadas enfermedades neuronales, cree este experto. De hecho, los trasplantes fecales -sí, existen los donantes de caca-, han demostrado ser más eficaces que algunos antibióticos para curar enfermedades como el colon irritable.
«La interacción entre cerebro e intestino está comprobada y eso abre la puerta al futuro», afirma el doctor Carballo. «Aunque aún queda mucho para que se pueda mejorar la calidad de vida de esquizofrénicos o autistas a través del equilibrio bacteriano».
LOS "SENTIDOS" DE NUESTRO ESTÓMAGO
Memoria: La proteína que quema la grasa corporal se encarga también de la memoria; por eso los obesos son más propensos a la demencia.
Bienestar: El estado de ánimo se aloja en el estómago, ya que ahí se produce y almacena el 90% de la serotonina, la 'hormona de la felicidad'.
Sueño: Cuando relajamos las tripas, nuestras neuronas estomacales producen benzodiazepinas, que relajan e inducen el sueño.
Estrés:Ante una emergencia, el cerebro toma energía del intestino. Las tripas se 'rebelan' y envían señales como malestar estomacal.
Gula:Las billones de bacterias que se alojan en el intestino eligen sus propios nutrientes para prosperar: a veces son más golosas que tú.
Miedo:El pánico hace que el cerebro espante al intestino grueso. Éste ya no dispone de tiempo para absorber líquido y el resultado es diarrea.
© ELMUNDO.es Avenida de San Luis 25 - 28033 MADRID Una web de Unidad Editorial
http://www.elmundo.es/papel/todologia/2015/10/28/562f630fe2704e523f8b4652.html
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Ética de los viajeros en la nave espacial llamada tierra
Definición etimológica y real
El término "moral" proviene de la voz latina mos, que significa costumbre, y el término "ética" proviene de la voz griega ethos, que significa asimismo costumbre. Teniendo en cuenta la etimología tanto la Moral como la Ética se refieren a las costumbres del hombre, es decir a su conducta o manera habitual de proceder. Algunos autores distinguen entre Ética y la Moral asignando como objeto de la primera al estudio de los principios a los cuales debe ajustarse una vida correcta, y a la segunda todo lo que se refiere al orden práctico de la conducta. Pero en el fondo, la Ética coincide con la Moral y pueden usarse indistintamente ambas expresiones. Podemos definir la Ética o Moral como "La ciencia que tiene por objeto el estudio de las normas o reglas a que han de ajustarse las acciones humanas para que el hombre pueda logar su propia perfección" |
Una Ley es una regla, una norma que seguir, la cual tiene poder jurídico el cual es conferido por la autoridad gubernamental a cargo. Por supuesto, no directamente el Gobernante, sino la parte del gobierno que legisla del Congreso Nacional. Una Ley es puesta en una sala plenaria, en la que los diputados, y expositores de la ley, que están esperando que esta se apruebe hablan y debaten sobre lo que es la ley en esencia, comparten sus ideas y analizan los efectos de la misma sobre la nación que sobre ellos recae una responsabilidad muy importante.
Moralidad
Se deriva del latino mos que significa costumbre. La costumbre es un hábito adquirido por repetición de actos a la luz de una idea; de ahí que por actos morales se entiendan los que son capaces de dar lugar a costumbres humanas. Según el valor etimológico de la palabra, por moralidad se entiende la propiedad del acto humano ejecutado con advertencia a la honestidad o no honestidad de su objeto. Como enseña Santo Tomás, ningún acto libre del hombre puede ser indiferente por lo que a su moralidad se refiere. Las circunstancias en que cada uno de ellos se producen: lugar, motivo, manera, tiempo, posición personal, etc. hacen siempre que este acto sea positivamente bueno o positivamente malo, es decir, digno de premio o castigo. Por norma de la moralidad se entiende aquella regla ideal fija con que podemos distinguir según sean o no conformes a ella |